Martes, 19 de mayo. 6º EP
Lee y responde a las preguntas:
En el planeta Bort vivían muchos fantasmas. ¿Vivían? Digamos que iban tirando, que salían adelante. Habitaban, como hacen los fantasmas en todas partes, en algunas grutas, en ciertos castillos en ruinas, en una torre abandonada, en una buhardilla. Al dar la medianoche salían de sus refugios y se paseaban por el planeta Bort, para asustar a los bortianos.
Pero los bortianos no se asustaban. Eran gente progresista y no creían en los fantasmas. Si los veían, les tomaban el pelo, hasta que les hacían huir avergonzados.
Por ejemplo, un fantasma hacía chirriar las cadenas, produciendo un sonido horriblemente triste. En seguida un bortiano le gritaba: -Eh, fantasma, tus cadenas necesitan un poco de aceite.
Supongamos que otro fantasma agitaba siniestramente su sábana blanca. Y un bortiano, incluso pequeño, le gritaba: -A otro perro con ese hueso, fantasma mete esa sábana en la lavadora. Necesita un lavado biológico.
Al terminar la noche los fantasmas se encontraban en sus refugios, cansados, mortificados, con el ánimo más decaído que nunca. Y venían las quejas, los lamentos y gemidos.
-¡Es increíble! ¿Sabéis lo que me ha dicho una señora que tomaba el fresco en un balcón? Cuidado, que andas retrasado, me ha dicho, tu reloj atrasa. ¿No tenéis un fantasma relojero que os haga las reparaciones?
-¿Y a mí? Me han dejado una nota en la puerta sujeta con una chincheta, que decía: Distinguido señor fantasma, cuando haya terminado su paseo cierre la puerta; la otra noche la dejó abierta y la casa se llenó de gatos vagabundos que se bebieron la leche de nuestro minino.
-Ya no se tiene respeto a los fantasmas. -Se ha perdido la fe.
-Hay que hacer algo.
-Vamos a ver, ¿qué?
Alguno propuso hacer una marcha de protesta. Otro sugirió hacer sonar al mismo tiempo todas las campanas del planeta, con lo que por lo menos no habrían dejado dormir tranquilos a los bortianos.
Por último, tomó la palabra el fantasma más viejo y más sabio.
-Señoras y señores- dijo mientras se cosía un desgarrón en la vieja sábana-, queridos amigos, no hay nada que hacer. Ya nunca podremos asustar a los bortianos. Se han acostumbrado a nuestros ruidos, se saben todos nuestros trucos, no les impresionan nuestras procesiones. No, ya no hay nada que hacer... aquí.
-¿Qué quiere decir aquí?
-Quiero decir en este planeta. Hay que emigrar, marcharse...
-Claro, para a lo mejor acabar en un planeta habitado únicamente por moscas y mosquitos.
-No señor: conozco el planeta adecuado.
-¡El nombre! ¡El nombre!
-Se llama planeta Tierra. ¿Lo veis, allí abajo, ese puntito de luz azul? Es aquél. Sé por una persona segura y digna de confianza que en la Tierra viven millones de niños que con sólo oír a los fantasmas esconden la cabeza debajo de las sábanas.
-¡Qué maravilla!
-Pero ¿será verdad?
-Me lo ha dicho- dijo el viejo fantasma- un individuo que nunca dice mentiras.
-¡A votar! ¡A votar!- gritaron de muchos lados.
-¿Qué es lo que hay que votar?
-Quién esté de acuerdo en emigrar al planeta tierra que agite un borde de su sábana.
Esperad que os cuente... uno, dos, tres... cuarenta... cuarenta mil... cuarenta millones... ¿Hay alguno en contra? Uno, dos... Entonces la inmensa mayoría está de acuerdo: nos marchamos.
-¿Se van también los que no están de acuerdo?
-Naturalmente: la minoría debe seguir a la mayoría.
-¿Cuándo nos vamos?
-Mañana, en cuanto oscurezca.
Y la noche siguiente, antes de que asomase alguna luna (el planeta bort tiene catorce; no se entiende cómo se las arreglan para girar a su alrededor sin chocarse), los fantasmas bortianos se pusieron en fila, agitaron sus sábanas como alas silenciosas... y helos aquí de viaje, en el espacio, como si fueran blancos misiles.
-No nos equivocaremos de camino ¿eh?
-No hay cuidado: el viejo conoce los caminos del cielo como los agujeros de su sábana.
En unos minutos, viajando a la velocidad de la luz, se encontraron en el territorio de la Luna y ya se preparaban para pasar a la Tierra, y poner manos a la obra, cuando vieron que por el espacio se acercaba otro cortejo de fantasmas.
-¡Hola! ¿Quién va?
-¿Y quiénes sois vosotros?
-No vale, nosotros os lo hemos preguntado primero. Contestad.
-Somos fantasmas del planeta Tierra. Nos marchamos porque en la Tierra ya nadie le tiene miedo a los fantasmas.
-¿Y a dónde vais?
-Vamos al planeta Bort, nos han dicho que allí hay mucha guerra que dar. -¡Pobrecillos! ¿Pero os dais cuenta? Justamente nosotros nos largamos del planeta Bort porque allí los fantasmas ya no tienen nada que hacer.
-¡Cáspita! Con esto no contábamos. ¿Qué hacemos?
-Unámonos y busquemos un mundo de miedosos. Habrá quedado alguno, aunque sólo sea uno, en el inmenso espacio...
-Bien, de acuerdo...
Y eso es lo que hicieron. Unieron los dos séquitos y se hundieron en los abismos,
refunfuñando de mal humor.
En el planeta Bort vivían muchos fantasmas. ¿Vivían? Digamos que iban tirando, que salían adelante. Habitaban, como hacen los fantasmas en todas partes, en algunas grutas, en ciertos castillos en ruinas, en una torre abandonada, en una buhardilla. Al dar la medianoche salían de sus refugios y se paseaban por el planeta Bort, para asustar a los bortianos.
Pero los bortianos no se asustaban. Eran gente progresista y no creían en los fantasmas. Si los veían, les tomaban el pelo, hasta que les hacían huir avergonzados.
Por ejemplo, un fantasma hacía chirriar las cadenas, produciendo un sonido horriblemente triste. En seguida un bortiano le gritaba: -Eh, fantasma, tus cadenas necesitan un poco de aceite.
Supongamos que otro fantasma agitaba siniestramente su sábana blanca. Y un bortiano, incluso pequeño, le gritaba: -A otro perro con ese hueso, fantasma mete esa sábana en la lavadora. Necesita un lavado biológico.
Al terminar la noche los fantasmas se encontraban en sus refugios, cansados, mortificados, con el ánimo más decaído que nunca. Y venían las quejas, los lamentos y gemidos.
-¡Es increíble! ¿Sabéis lo que me ha dicho una señora que tomaba el fresco en un balcón? Cuidado, que andas retrasado, me ha dicho, tu reloj atrasa. ¿No tenéis un fantasma relojero que os haga las reparaciones?
-¿Y a mí? Me han dejado una nota en la puerta sujeta con una chincheta, que decía: Distinguido señor fantasma, cuando haya terminado su paseo cierre la puerta; la otra noche la dejó abierta y la casa se llenó de gatos vagabundos que se bebieron la leche de nuestro minino.
-Ya no se tiene respeto a los fantasmas. -Se ha perdido la fe.
-Hay que hacer algo.
-Vamos a ver, ¿qué?
Alguno propuso hacer una marcha de protesta. Otro sugirió hacer sonar al mismo tiempo todas las campanas del planeta, con lo que por lo menos no habrían dejado dormir tranquilos a los bortianos.
Por último, tomó la palabra el fantasma más viejo y más sabio.
-Señoras y señores- dijo mientras se cosía un desgarrón en la vieja sábana-, queridos amigos, no hay nada que hacer. Ya nunca podremos asustar a los bortianos. Se han acostumbrado a nuestros ruidos, se saben todos nuestros trucos, no les impresionan nuestras procesiones. No, ya no hay nada que hacer... aquí.
-¿Qué quiere decir aquí?
-Quiero decir en este planeta. Hay que emigrar, marcharse...
-Claro, para a lo mejor acabar en un planeta habitado únicamente por moscas y mosquitos.
-No señor: conozco el planeta adecuado.
-¡El nombre! ¡El nombre!
-Se llama planeta Tierra. ¿Lo veis, allí abajo, ese puntito de luz azul? Es aquél. Sé por una persona segura y digna de confianza que en la Tierra viven millones de niños que con sólo oír a los fantasmas esconden la cabeza debajo de las sábanas.
-¡Qué maravilla!
-Pero ¿será verdad?
-Me lo ha dicho- dijo el viejo fantasma- un individuo que nunca dice mentiras.
-¡A votar! ¡A votar!- gritaron de muchos lados.
-¿Qué es lo que hay que votar?
-Quién esté de acuerdo en emigrar al planeta tierra que agite un borde de su sábana.
Esperad que os cuente... uno, dos, tres... cuarenta... cuarenta mil... cuarenta millones... ¿Hay alguno en contra? Uno, dos... Entonces la inmensa mayoría está de acuerdo: nos marchamos.
-¿Se van también los que no están de acuerdo?
-Naturalmente: la minoría debe seguir a la mayoría.
-¿Cuándo nos vamos?
-Mañana, en cuanto oscurezca.
Y la noche siguiente, antes de que asomase alguna luna (el planeta bort tiene catorce; no se entiende cómo se las arreglan para girar a su alrededor sin chocarse), los fantasmas bortianos se pusieron en fila, agitaron sus sábanas como alas silenciosas... y helos aquí de viaje, en el espacio, como si fueran blancos misiles.
-No nos equivocaremos de camino ¿eh?
-No hay cuidado: el viejo conoce los caminos del cielo como los agujeros de su sábana.
En unos minutos, viajando a la velocidad de la luz, se encontraron en el territorio de la Luna y ya se preparaban para pasar a la Tierra, y poner manos a la obra, cuando vieron que por el espacio se acercaba otro cortejo de fantasmas.
-¡Hola! ¿Quién va?
-¿Y quiénes sois vosotros?
-No vale, nosotros os lo hemos preguntado primero. Contestad.
-Somos fantasmas del planeta Tierra. Nos marchamos porque en la Tierra ya nadie le tiene miedo a los fantasmas.
-¿Y a dónde vais?
-Vamos al planeta Bort, nos han dicho que allí hay mucha guerra que dar. -¡Pobrecillos! ¿Pero os dais cuenta? Justamente nosotros nos largamos del planeta Bort porque allí los fantasmas ya no tienen nada que hacer.
-¡Cáspita! Con esto no contábamos. ¿Qué hacemos?
-Unámonos y busquemos un mundo de miedosos. Habrá quedado alguno, aunque sólo sea uno, en el inmenso espacio...
-Bien, de acuerdo...
Y eso es lo que hicieron. Unieron los dos séquitos y se hundieron en los abismos,
refunfuñando de mal humor.
GIANNI RODARI
Responde a las preguntas:
1-¿Dónde se desarrolla la historia?
2-¿Qué personajes intervienen en la historia?
3-¿Por qué el fantasma más viejo y más sabio pensaba que ya nunca podrían asustar a los bortianos?
4-¿Qué le propone un grupo de fantasmas al otro grupo?Explica por qué.
5-Busca en el texto los sinónimos de estas palabras: cuevas, desván, liberal, evadirse.
6-Escribe los antónimos de las siguientes palabras que aparecen en el texto: día, grande, descosía.
7-¿Qué crees que significa la expresión "A otro perro con ese hueso"?
8-La conclusión de la historia de "Aquellos pobres fantasmas" es que...
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